martes, agosto 09, 2005

Tú, imbécil.

Te veo ahi sentado, sonriendo y creyendo sólo en ti. Por Chile se te ve viajando y payaseando. No tienes cara para la vergüenza, pero más sería que no lo negases como lo hiciste. Lávate la conciencia, expulsa tu interior y se verán las lágrimas de todo un país. Lamentable que tengas adeptos, penoso que te canten y casi burlesco es que te aguanten. Te han gritado y agredido hasta en la casa de tu vecino. Tus amigos reniegan de ti. Tus aliados están comprados, así como tu casa y tu ropa; que alguna vez vistió a un hombre libre, que realmente cantaba al ritmo del pueblo. En la casita del barrio alto guardas tu armadura, pegoteada en sangre pobre y ni siquiera tienes el tacto, para pedir perdón, para alejarte, para desaparecer, para entregarte, para enterrarte. Rara vez se te ve sincero, alejado del pueblo verdadero. Manoseado por el hermano, marioneta de la señora mecánica. Sinvergüenza, sinvisión, con miedo a que te apuñalen los que te dieron el control.

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