Ojalá encuentre a un hombre gateando sobre mi sepulcro, escupiendo mi tumba, oliendo lo que será su futuro, adentrándose en su propio mundo, un solo rumbo.
Y ese dia llegará luego y lejos de los pronósticos. Cuando vuelva a nacer la vida y el descanso aburrido no encuentre su caminar, cuando el tiempo viaje sin pantallas y los animales vuelen otra vez en colores.
Cuando crezca un niño muerto sin saberlo, sin darse cuenta de lo ignorado que vive en su alejamiento; será el último pequeño caracol sin casa ni órganos, sólo con su arrastrar constante que persevera dejando un brillo en el camino, el reflejo de la estrella e invita al viejo enfermo al casi muerto al loco despiadado . Síganlo y habremos creado. No vuelvan que acá no los espera nadie. Dejen a su paso árboles tallados y dibujos en el aire. Verso color y verso raíz. Inventa un sueño para morir.
Escrúpulos a un costado, no hay vacilaciones ni penas sólo gloria en la tierra entera; un siglo entero de matadores y un año de camas deshechas para reposar la juventud que fuerte, cruel se fue y nos deja una herida en los brazos aún perdida.
No se dejen caer nunca pequeños altazores, detenganse a mirar con envidia lo que no tienen y aprecien, pero no se le ocurra eso de robar laureles. Que el hombre aún sigue aquí, colgándose de los errores que ustedes n van a cometer. Escribo y me siguen las palabras para encontrarlos. No caigan, ya te dije, que ya saben a donde te diriges.
Sin sentir y sin amar, es lo peor que podría pasar, únanse con el grano de arena, con la esquina y el palomar. Belleza sin igual que converge en un solo mar.
Ya que están ahí, saluden mi antigua tumba, que junto a mi ropa de tela suave, profunda los espera como eterna ruca. Vuelvan sólo cuando quieran dejar de morir, a este lado que no existe ni en páginas ni en compases, a este rincón que no se encuentra en pinceladas ni en trenes voraces.
O esperen mejor al resto que busca el camino, leyendo sus borradores, encontrando rocas formadas, viendo flores en el incendio, oyendo cantos en el lamento.
Ah! Y si llegasen a ver un francés loco buscando al creador, mándenlo de vuelta ipso facto; me debe tres pares de inventos y cinco bocanadas de mi propio aliento.
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