Fue el sueño el único lugar que te faltó por conquistar
invitada a veces con ropas que te quedaban grandes
se olvidaban de tu nombre, siempre te observé
llorar pasar bailar pasar conversar pasar caer.
No estabas en tu hogar.
Quise desnudarte tantas veces y caías desfallecida;
no aguantaste ni una mirada casual, una caricia.
Desperté con tu mano entre las mías
cubrías tu rostro como siempre.
Tu respiración segura explicaba
que era yo el que dormía (y soñaba) en tus dominios.
miércoles, enero 27, 2010
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