Tantas canciones, tantos poemas, tantos escritos. Nunca demasiados. Y tú uno solo contra la jauría. Hace 38 años se dieron discursos. Pero nunca serán demasiados. Encontrando tu ilusión, se ilumina. Enseñando bajo tu sombra, se crean ejemplos. Si vivieras, se preguntó Frank Delgado. Si vivieras y vieras como te convierten en mito. Te hablamos y no respondes, estás aquí y allá. En todas partes estás tú oye. Sigues creciendo en alguna memoria y me duele ver que hoy te recuerdo. Como ayer no. Como cantamos más de alguna vez. Una elegía. Una canción fúnebre. Que pare el son. Tu nombre suena fuerte aparecido. Y de Cortázar fuiste hermano siempre presente, siempre latente. Cuando será el día que se te vea como realidad. Que tus fotos adornen de verdad, no como hoy que sólo son un símbolo, trillado, manoseado, jugado como una carta trivial. Para algunos fuiste cierto, siguieron tus andanzas, rieron tus hazañas, pero pocos quedan. Pocos hablan. Para mí, sólo naciste hoy. En pancartas, en canciones, en todos. Reúnete con el pueblo, gallo rojo, el pueblo sin sangre que llorar, el pueblo que ahora clama por ti, esperando una voz, una estrella como tú.
Mucho se te ha dicho, elevado al Jesus del siglo. Y se enoja la señora tosca. Estrella de la revolución, revolucionaste el sistema que aborreciste y combatiste. Evolucionaste junto con el mercado. Que salen diez mil poleras, que salen cien mil chapitas. Y se burlaron quienes no quisieron verte como lo que eres. Un baluarte único. Un líder desde el sepulcro. Pero te convirtieron en una ilusión. Y ahora sufres colgando en tu propia cruz, en mil paredes, en mil pechos inflados por tenerte. Si yo también te tengo. Acá. Y quizá cuantos más.