Si nos detenemos a pensar
nada puede ser tan malo
un ojo fuera de órbita no es nada
comparado con una mordida de perro
en la cara,
un corazón roto es un juego de niños
si lo ponemos palmo a palmo
con una puñalada por la espalda,
el olvido quizás parezca mortal
pero cuando lo vemos junto a la indiferencia
nos damos cuenta de las dimensiones.
Si nos detenemos a pensar
nada puede ser tan grave:
yo sigo acá, esperando que me escribas de nuevo
esperando olvidar tu espalda, tu historia,
tu nombre;
tú sigues allá, donde no llega luz ni llantos
y se respira apenas.
Nada puede ser tan grave:
un par de días y se me pasa
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