Como si fueses la única de la multitud
el pino milenario en el bosque de antenas
el que te legó ese dolor no fui yo
ni siquiera pensaste que la hora ya era,
ajena a los terrenos de triste color
basta un silencio para verte entera.
Mañana abrirás los surcos antiguos,
lágrimas de juego sobre la arena,
y serán tuyas las sonrisas, tuyos
los guiños fugaces a la carrera.
No se puede defender con sólo escudos.
Te miro fijo, se nos queda la pena
y nadie se da cuenta dónde hubo
ayer calma, hoy se quema la mesa.
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1 comentario:
Es una canción. Lo leía y me imaginaba cantándola.
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