Robar la lengua rabiosa
justa y arrepentida de respirar
a pata suelta.
Robar las páginas arrugadas,
los miembros amputados
de los poetas anónimos.
Robar un castillo de arena
grano a grano, robar
la reina muerta de la roca.
Robar un signo equívoco
de sensatez, dejar de mirar
la única ventana con luz.
martes, febrero 23, 2010
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